viernes, 14 de octubre de 2011

La caja voladora en Nueva Venecia, la Trinitaria, chis.






































Nueva Venecia.
Experiencia 4.
26 de Octubre de 2011.

Empezaba a llover cuando llegamos a Venecia. Las calles, de terracerías todas, tenían hoyos y baches. Gallinas y perros se paseaban de un lado a otro. En la escuela, de tablas y láminas de cinc, nos esperaban docentes y alumnos. A un costado de los salones las ramas de un árbol se extendía produciendo una sombra deliciosa. Esta vez, con la Caja Voladora, me acompañó la supervisora, mujer bajita, ojos verdes y entusiasta. La idea era involucrar a más personas en mis lecturas. Por eso cuando le planteé la idea a la profesora Hisolda, supervisora escolar, aceptó con agrado.
Nos reunimos con los docentes a la sombra del árbol. Allí expliqué la mecánica de la actividad: lectura en voz alta, presentación de la caja voladora, lectura compartida entre los docentes, paragua literario, lectura de un texto por parte de la supervisora y, además, la creación de una historia por parte de los alumnos con dibujos. 
Iniciamos. Leí. Ellos rieron. Después la caja voladora. Un libro, otro, otro, otro. Ellos eligieron uno. Lo revisaron. Después compartieron el motivo que tuvieron para tomar dicho libro. Destacaron: color, tamaño, imágenes, grosor, titulo, tamaña de letras, entre otros. Después expliqué la forma en qué haríamos un paraguas literario. Los jóvenes buscaron una frase, la escribieron en las tarjetitas, y adornaron el paraguas. Después leyeron. Más adelante pintaron una historia. La mayoría de los jóvenes se tendió sobre el piso. Otros parados. Algunos sentados. Todos alegres, divertidos. Según observé los jóvenes de Venecia son participativos y activos. Después, antes de terminar, los docentes y supervisora compartieron las lecturas. Al último fueron los jóvenes quienes contaron una historia.   
Luego nos ofrecieron de comer y después partimos.